Si me olvido de vivir, os pido que me recordéis que la vida no es más que un juego. Recordadme que no todo es tan importante ni definitivo como a veces pensamos, que cada día es una oportunidad de empezar de nuevo y los errores también caducan. Recordadme que el amor es algo que hay que dar sin pensar si se recibe, y que nunca se da demasiado, que no se agota. Que mi copa está llena y no medio vacía. Recomendadme que busque a los buenos, a los que merecen la pena y siempre están, los que me hacen más grande y no me empequeñecen. Recordadme que escuche música, tome aire, me mueva constantemente, me cuide y me quiera a mí mismo. Que piense en positivo, me divierta y disfrute de los pequeños detalles abriendo los sentidos de par en par. Que sonría por defecto y os mire a los ojos. Que hable de mí y desde mí, de corazón y con corazón. Sin trampas ni excusas. Incitadme a que me reinvente, porque nada cambia si nada cambia. Que fluya como el agua y no me estanque, que perdone y sea paciente, que sea agradecido por lo que se me ha dado. Simplemente os pido que me hagáis caer en la cuenta de que el pasado ya no existe y el futuro puede que exista o no, y de que los miedos son miedos porque no son realidad. Si alguna vez me olvido de vivir, esperadme, porque volveré.