Miedo

Tengo miedo. Como tú, como todos. Tengo miedo de lo nuevo, de lo arriesgado, de lo desconocido. Temo la muerte, la nada, el vacío, la neutralidad. Me da miedo quedarme solo, y me aterra profundamente querer a alguien y no ser correspondido. Me dolería proponer y ser rechazado. Querer y no ser querido. Reír y que no rían conmigo. Viajar, y que nada sea igual cuando vuelva. Estar equivocándome por completo y no saberlo. 

Pero más miedo me da sentir al final de mis días que he desaprovechado la vida por miedo a vivirla. Que no he vivido plenamente, que he dejado escapar trenes que quería coger, que me he conformado con lo que me decían que tenía que hacer. Mi vida habría sido un completo fracaso, y habría pasado sin pena ni gloria, si hubiese dejado de amar por miedo. De entregarme, de ser feliz, de reír para contagiar la risa, de arriesgarme a conocer. No podría haber mayor fracaso que verme dominado por el miedo, que me encerrase en él y me convirtiese en alguien cauto, asustado, que ni siente ni padece, que ignora sus entrañas y se deja llevar por lo fácil, lo pautado, lo inmediato. 

En el fondo, mi único miedo es que acabe venciéndome el miedo. Y no lo hará.