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13 de agosto de 2009

Hilos de luz

¿Qué puede ofrecerte una marioneta? Un títere de abstracto titiritero sobre cuya cara han dibujado con un lápiz gastado una sonrisa que sesea, con una peluca de fiesteras serpentinas oscuras y unos ojos pintados de un modo desigual, con una pajarita de color carmín brillante y un colorido traje de papel charol con múltiples roturas, con rasguños sobre su frágil madera y unas muñecas atadas con trapo, con agujas como dedos y con unos zapatos tallados con aguja de diamante. Con invisibles hilos que le salen de la cabeza y del pecho, y de las extremidades.

Le gustaría poder tocar el piano, o poder arreglar las desencajadas piezas de otras marionetas, pero no puede. ¿Por qué? quien sabe. En ocasiones llegan otros abstractos titiriteros y compran con dinero a alguna de las marionetas que acompañan al títere en la función. Cuán maravilloso debe ser el dinero si puede comprar vidas. Debe ser de un color verde brillante, como el de una libélula que planea sobre un riachuelo, tener un sabor intermedio entre la miel y el chocolate fundido, poseer un tacto áspero y suave que relaje al tocarlo, que al ponértelo en la oreja se escuche el sonido de los pájaros que cantan en una mañana de abril y oler a hierba fresca, o a leche materna. Si no, ¿cómo se explicaría?

Cuando las luces se encienden y los acordeones resuenan por las calles significa que ha llegado el momento de su actuación. Emocionado, sale a escena y baila, tararea una canción olvidada de color amarillento y hace reverencias al público. Noche tras noche, recibe como respuesta a su alegría abucheos por parte del público, que no está nunca satisfecho. Él sabe que es telonero del auténtico espectáculo, y totalmente prescindible. Aun así sigue bailando, porque en ocasiones se sitúa al fondo del teatro una pequeña niña subida a los hombros de su padre que le chilla y le aplaude.

Cuando acaba el espectáculo es arrojado con rudeza a una vieja caja junto a otras marionetas que ya han cumplido su función por esa noche. La caja es colocada en el patio de detrás del teatro de los sueños, desde donde se ve una calle de la feria. La marioneta podría en cualquier momento echar a andar y liberarse de los hilos para ser libre y campar a sus anchas por el mundo, llegando incluso a poder contemplar el mar, pero si hiciese eso la soledad sería su única compañera. Teme la soledad, y la evita, aguanta, y observa. A la intemperie, y desde ese punto del patio, solo se ve en la noche un gato negro que busca por los tejados algo de comida sobrante, y que se queda mirando fijamente a las personas que pasan. Precisamente personas es lo que más ve por el día, se pregunta el por qué de sus sonrisas y sus apretones de mano, y mientras intenta comprenderlo ve como se acerca de nuevo el momento de su actuación, su oportunidad. Y así día tras día. ¿Qué puede ofrecerte una marioneta, además de una burda metáfora de su condición?.

Y… ¿Qué pasaría si derepente esa marioneta decidiese liberarse de su pesado cuerpo aún renunciando a la sonrisa de aquella chiquilla? (dando por hecho por tanto que sueña y recuerda). Dado que abstracto es su titiritero, solo podría librarse de él igualando sus condiciones de abstracción. ¿Qué hay más abstracto que una luz verde y pálida? Pues caso resuelto.

Tan inmensa es la decisión de pasar de la esclavitud a la libertad, que la decisión que la seguía no debía ser de ninguna manera desmerecedora a su rango de primera decisión en libertad. La gente que ríe, el dinero y el gato. Eso es todo lo que sabía del mundo exterior, y lo menos terrorífico era el gato. Por tanto la decisión estaba ya tomada, sería un gato, un felino negro. Para aprender a ser gato tendría que seguir a aquél gato de cada noche, aprender sus costumbres y su filosofía de vida.

Cuando vio al gato, se desplazó hasta su posición, y cuando éste terminó de comer comenzaron su travesía por los tejados. Al ángel le sorprendió el paralelismo entre sus vidas: El gato negro dormía todo el día en una esquina apartada, y cuando llegaba la noche es cuando comenzaba a vivir, iba de barrio en barrio buscando comida, en alguna ocasión encontraba alguna gata con la que flirtear, y cada noche se paraba durante horas en un tejado. Cuando llegaba el día, dormía, como él había esperado en la caja.

El tejado era un punto obligatorio, y no era nada especial, era viejo inestable y no se divisaba comida por ningún lado, pero cada noche iban allí. La luz se preguntó desde cuándo había estado aquel gato mirando cada noche por la ventana que enfrente se iluminaba, y cuanto tiempo más estaría. ¿Por qué dedicar la libertad a observar por una ventana? ¿Qué quería ver? ¿Qué esperaba? Cansado de hacerse preguntas y de observar la cara de tranquilidad del felino, el ángel se decidió a mirar por la cristalera. La escena no era para nada singular: Dos niños, el mayor dormido, y el pequeño sentado en el suelo con un rostro inquieto y curioso, y sentados en el sofá sus padres, frente a ellos una televisión que emitía un estúpido programa americano llamado Ally Mcbeal, entonces se produjo un breve diálogo: -Mamá, que es un condón- dijo el pequeño, -¿se lo contamos ya?- murmuraron los padres entre risas. La luz dedujo que el gato no rondaba aquél lugar por la televisión, ni por los tales ‘’condones’’, sino por algo más interesante…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

(Aparece una marioneta manipulada por un marionetista)

Marioneta: Si por un instante se olvidaran de que soy una marioneta de trapo y me regalasen un trozo de vida, aprovecharia ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diria todo lo que pienso, pero en definitiva pensaria todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaria cuando los demas se detienen, despertaria cuando los demás duermen.
Si me obsequiaran un trozo de vida, vestiria sencillo, me tiraria de bruces al sol, dejando descubierto no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A las personas les probaria cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A los niños y niñas les daría alas, pero les dejaria que ellos solos aprendiesen a volar.
A las personas más ancianas les enseñaria que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, del ser Humano...He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la manera de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que una persona sólo tiene derecho a mirar a otra hacia abajo, cuando ha de ayudarla a levantarse.
Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, pero realmente mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, seguiré siendo un juguete de la fantasía

...Estas frases decían dos pequeñas marionetas humanas, mientras sonaba la música de Les Jours Tristes, instrumental de fondo...No he podido evitar poner el texto en cuanto he visto la marioneta.

Ale dijo...

cuanto tiempo... anonima ^^

Anónimo dijo...

No te creas..xD

Ramón dijo...

Lo triste de una marioneta, es que la verás, y en sus ojos no verás nada más que eso. Ojos. Nada más. No podrá pensar, ni decir todo lo que se habló. Vivirá una supuesta felicidad aparente, ya que no puede hacer otra cosa. Quizas en realidad nada de ello podría ser imaginado. Más bien por alguien que mira a la marioneta, y desea nacer en ella sentimientos. Le crea una historia, ya que ella por si sola no puede. Y en esa impotencia radica la tristeza del sino de la marioneta.


''Porque donde unas cuencas vacias amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada.
Y hará que nuevos brazos y piernas crezcan
en la carne tallada''.

Ah, y la libertad radica en ello. Mirar por una ventana puede ser ansias de volar, o puede ser bastarse de lo qe se ve. He ahí la opcionalidad. Y para finalizar, he de decir que adoro al gato. Primero, por su divina condición. Y segundo, por sus habitos nocturnos. Quien necesita la mañana!

Anónimo dijo...

A mi minimo negro le ha gustado mucho tu historia ^^ y a mi tambien! Te aseguro que el gato estaba en alquel lugar por algo mucho mas interesante... ;-)

Byes!

zhantai dijo...

que linda historia.... sabes?? yo adoro a Yann Tiersen y al escucharlo mientras leía, he llorado....

Felicidades por compartir esa historia :D

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