Al son de una melodía celestial los ángeles bailan sobre nuestras cabezas y con sus sandalias de madera pisan con fuerza las nubes, que a su esponjoso modo se sienten irritadas y deciden arrojar al vacío el néctar de la vida para que los ángeles no puedan beberlo más. Si los fluidos de repente gozaran del deslumbrante pero engañoso sentido de la vista podrían observar en la larga caída en vertical a un niño que hace muecas mientras pega la lengua en la ventanilla de un avión, también a la madre que levanta la mano y la dirige a toda velocidad y abierta de par en par a uno de los mofletes del niño, mucho más abajo podrían ver un gordo señor con camiseta de tirantes blanca que aprovecha que nadie mira para coger con cuidado la ropa interior de las mujeres mientras está tendida en la azotea de algún edificio azul, y el brillo de la naranja más alta de un naranjo al situarse este líquido sobre ella, por último podrían ver una lengua totalmente fuera de una boca y a la que se precipitan sin remedio hasta chocar contra ese pegajoso órgano móvil.

Mientras me voy acercando voy asimilando que esa persona que está apoyada en la barra no es una persona cualquiera para mí, y también que este momento no pasaría desapercibido en la historia de mi vida. ''Hola, Ramón'', fue la primera frase que se me ocurrió, quizás no fue la frase que estuve imaginando ni planeando durante tanto tiempo, pero es lo primero que me salió, y el objetivo de llamar la atención de esa persona ya estaba cumplido. ''Ale...'', respondió con cara de estar viendo un fantasma. A: ''Hace ya mucho tiempo desde la última vez, había perdido la esperanza de volver a verte''. R: ''¿Por qué querías verme, acaso esperabas perdón?''. A: ''Aun así, me consuela comprobar que aún queda algo de mi antigua vida, ya sabes que nunca quise hacerle daño a nadie, pero siempre acabo haciéndolo, supongo que va con mi naturaleza''. R: ''¿Y ha cambiado mucho tu vida en este tiempo, o sigues mendigando por ahí algo de cariño?''. A: ''Ya sabes, en superficie es distinta, pero en el fondo sigo igual, al fin y al cabo la gente nunca cambia, ¿no?''. R: ''Si tu lo dices... bueno, debo irme ya, tengo una mañana ajetreada, me ha gustado volver a verte''. A: ''Espera, no te vayas tan rápido, podemos vernos un día de estos para retomar el contacto y saber qué ha sido de nuestras vidas''. R: ''Claro, ya te llamaré, adiós''. ''Hasta que nuestros caminos se crucen'' susurro, ni siquiera le di mi número, siento ganas de correr detrás de él y decirle lo que le llevo queriendo decir mucho tiempo, pero es mejor dejarlo así...

.
3 comentarios:
La lluvia es tu obsesión y tu salvación, es el tema constante en tus escritos, es hermoso la descripción de un fenómeno meteorológico visto desde un punto de vista tan subjetivo.
No sé exactamente xq la situacion del bar entre tu y ramón se produce así pero bueno.
Nuestros caminos ahora se van a separar, ese no es motivo para que dos amigos pierdan la amistad, de todas formas, siempre nos vamos a acabar cruzando tarde o temprano y de nuevo decidiremos que queremos hacer, pedir el telefono y retomar el contacto o marcharnos y dejar pasar el tiempo.
Si alguna ves nos perdemos de vista, cuando te vuelva a encontrar me alegrará verte.
Me identifico con el viejecito que nunca gana, jejeje, hasta que al final acaba obteniendo una victoria. Un abraso
Si tu lo dices... yo creo que si lo hacen. Aunque a veces para mal.
Si quieres encontrarme, solo apunta en un papel tu numero, y lanzalo al viento. Seguro que me llega.
...vaya! Es...extraño. Me gusta mucho, eres bohemio y romantico, y tus escritos lo demuestran... Como dicen los otros que han comentado, aunque vuestros caminos se separen no hay razon para perder el contacto... fijate qué relacion tenemos nosotros? xD y aun asi hablamos sin casi conocernos. A ellos que los conoces desde quien sabe cuando... no quiero ni imaginar lo que los querrás!
Mucha suerte =)
Publicar un comentario