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2 de abril de 2010

48- Casilla de llegada


Miedo... portaretratos... recuerdos... salir... a mis espaldas... hoy soy otoño... gris... tumba... un niño de nuevo... me voy lejos... el sueño me vence... se ha desvanecido... te amo, vida... cuando te pierda no podré amar... todo se hace cada vez más confuso... No sueño, no odio, no amo, no siento indiferencia. Ya no existo.




Al menos en lo que respecta al resto de la existencia. Me siento muy aliviado, si es que puedo decir que me siento de alguna forma. Ya no cargo con odios ni tensiones, ni siento mi soledad, tampoco con mi cuerpo físico. Tampoco veo, ni oigo, ni toco, ni conservo los conocimientos
que tantas horas dediqué a memorizar. No se muy bien lo que queda, pero más quisieran la luz y la oscuridad parecerse a esto. Lo he conseguido. He logrado completar toda una vida.

No veo, pero aun así soy consciente de que delante de mí se dibuja una sonrisa que conozco muy bien, sin tener boca sonrío yo también. Tanto eché de menos esto... Es hora de crearme a mí mismo una imagen de lo que me rodea, así que me dibujo a mí mismo con el fisico que recordaba tener y ya, con ojos, puedo ver claramente donde estoy. Si nos ponemos a colorearlo todo, podemos decir que las paredes tienen un tono entre blanco y azul, y que estoy rodeado de decenas de personas que me miran fijamente, de algunos animales y objetos.

He visto morir a muchas de estas personas, en el caso de otras acudí al entierro y a otros de sus entierros ni me atreví a acudir. Se a quien buscar, pero aún no tengo fuerzas, así que me acerco a todos aquellos que murieron bajo mis cuidados. Se acerca a mí una niña de unos siete años llorando y con un peluche en la mano. Me lo entrega. ''Era tuyo cuando tenías la edad con la que yo dejé la vida, ¿recuerdas?, lo siento por tratarte mal los últimos días en los que nos vimos, pero me sentía realmente mal por mi enfermedad, la última cara que pude ver fue la tuya, aún espero que vengan mis padres''. Después de decirme eso me coge de la mano y me lleva hasta un baul, me entrega una llave. Lo abro con determinación, cerca de 20.000 fotografías se amontonan sobre el fondo, además hay distintas llaves, cartas, papeles, mechones de pelo, anillos, dibujos de mi hermana. Mi cara apenas se inmuta, comprendo que ya solo puedo hacer lo que quiero hacer, no tengo un verdadero cuerpo. Ojeo las fotografías, una por día sin duda, ya nada me puede doler así que las observo sin miedo a que me quemen los recuerdos. Qué paz, qué gran hito completado. La mota de polvo que era mi vida quedó en conjunto bastante bien, con sus altos y bajos, y en contraste con todo el polvo.

Minnie está en mi hombro, Luna mira el baúl con curiosidad. Entre unos cuantos perros distingo a Simba y Kira. Tanto lloré por ellos, y ahora no puedo llorar más. Tampoco echo de men
os llorar, porque no puedo echar de menos. Recupero la compostura y se acerca a mí un hombre bastante demacrado. ''Perdón por intentar hacerte daño, solo quería sobrevivir, aquí ya no existe odio así que espero que podamos cohabitar en paz''. Sigo caminando con mis piernas imaginarias hasta llegar a un grupo de personas bastante unidas entre sí. Mi familia. Mi vida. Suspiro y me fundo con ellos. Si existiese aún el tiempo diría que han pasado millones de años entre sus brazos, siento calor, es maravilloso. Ya nunca más estaré solo. He errado mucho en mi vida, pero ahora todo merece la pena. Un susurro inquieto interrumpe el momento, es un gran amigo del pasado. Mi sonrisa se amplía más de lo que nunca pensé que podría. De repente veo entre la multitud una cara demasiado conocida para mí, que al cruzar su mirada con la mía sale corriendo. Toco el hombro de mi eterno amigo y la persigo.

En el camino hay una puerta que traspaso. Me encuentro en un crucero, en medio del mar. No tiene mucho sentido pero ya nada lo tiene, aquí solo hay un hombre manejando un piano y unos cuantos marineros charlando animadamente. Uno de ellos me da su abrigo por si paso frío, explicarle que no puedo es demasiado largo, así que lo cojo y me siento a ver como el atardecer naranja se torna en un oscuro abismo de noche y estrellas en el que sumergirme. Cierro los ojos. Cuando los abro el pianista toca su última melodía de hoy, una alegre por lo que parece, ningún momento es mejor que éste para navegar en la inmensidad del océano. Me asomo a ver el mar, con el abrigo y un barco como éste de por medio no tengo nada que temer al fin y al cabo.

La brisa pega de frente contra mi piel, el cielo está ennegrecido, y el mar lo contrasta con un azul profundo y denso, como si todas las verdades del universo estuvieran contenidas en esa gran masa de agua, algún resplandor blanco generado por el reflejo de las luces del barco me recuerda que hay algo de luz en cualquier sitio en que te propongas buscarla. En el horizonte alcanzo a ver un hilo blanco elevándose sobre el mar, y escucho como el cantar de una ballena mece cada rincón de mi cuerpo. ¿Sabes?, ya no les tengo tanto miedo a las bestias marinas, hay bestias mucho peores conviviendo con nosotros. Para colmo noto como el pelo se me está mojando, está chispeando. Si se pudiese estallar de felicidad ahora mismo lo haría, pero no conozco ningún caso, así que me limito a gritarle a la nada hasta agotar mis fuerzas. Gritos de plenitud. Todos se han ido a dormir, o casi todos, escucho unos pasos que se aproximan hacia mí.

El corazón me da un vuelco cuando vislumbro su silueta, esbozo el principio de una sonrisa, pero algo dentro de mí me grita algo, no me deja verla, ni hablarle, todo se desvanece, pero hago un esfuerzo y la miro a los ojos, esos ojos marrones que se oscurecen con el reflejo del mar y dejan al descubierto la palidez de su rostro, hay tantas cosas que deseo decirle, pruebo a mover los labios de un lado a otro para otro para que mi voz suene firme cuando abra la boca, siento como el viento se para y abro la boca: ''volvemos a vernos. Tantas horas que dediqué a pensar en ella, a contemplar aquel portarretratos que me llevó a la máxima locura, a quererla como jamás quise a nadie. Y un día se fue, como yo me acabo de ir. La soledad acabó por ganarme la partida y mi vida perdió gran parte de su sentido. Solo por tí vuelvo a sentir por un momento, solo por tí ha merecido la pena todo, por quedarme siempre contigo, con todas las personas que estaban ahí, y las que quedan aún por llegar. Has sido la mujer de mi vida, si te parece bien podemos ir más allá de una simple existencia''. Le hablé durante mucho más tiempo, aguanté el paso de los días y las estaciones con su mano cogida de la mía, contándole todas las inquietudes que algún día tuve, y las ilusiones, y las decepciones. Solo le hablé de amor y de cosas que valen la pena, al fín y al cabo es todo lo que me he traído de una vida entera. Mi propia ley.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Oh!! :O

Es un post bastante abstracto´. Para mí al menos. El final me inspira ternua y realmente mucho amor... ¡qué bueno! ^^


El amor es algo tan... mágico...

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