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6 de abril de 2009

4. El charco, la farola, y su muerte

He llegado a escupir sangre en una noche lluviosa...

He visto como las cosas (pocas) que conservaban belleza se han marchitado ante mis ojos, he visto el injusto prevalece ante el justo y como lo que creía bueno era horroroso.

He olido la fragancia del abandono y de la desesperación, he tocado con mis dedos las más amargas verdades y he rozado el límite de la crueldad. He saboreado la derrota infinitamente más que la victoria, y la he degustado lentamente hasta quedarme sin apenas energías.

He llorado desconsoladamente ante una muchedumbre que me miraba con pena y lástima. Puede que si se hubiesen acercado habría dejado de llorar. He sentido el más solitario de los dolores y me he refugiado en los lugares más inhóspitos de mí mismo. He observado como, sin que yo pudiese hacer nada, ansias de suicidio crecían en mí sin ningún motivo lógico, que se hubiesen podido solucionar con una, o a lo sumo dos palabras de alguien. He desencadenado mi propia ira ante la incomprensión de la gente que me rodea, harto de todo lo decible y lo indecible. He sentido abandono y el sabor salado de la arena, las lágrimas y la sangre. He caído muchas veces y me he tenido que levantar una y otra vez...


También he podido ver el cegador y resplandeciente brillo del reflejo de una farola en un charco en el transcurso de una noche lluviosa mientras sentía melancolía de pesares y dichas...

He sentido como pequeños detalles que valen de verdad han llenado mi reserva de energías y me han llevado a un mundo de pequeñas y mágicas chispas centelleantes. He comprendido que con un solo iluminar de inocentes ojos puede llegar la inspiración para todo, incluso para decidir lo que uno realmente quiere ser para el mundo. He escuchado confesiones ocultas y maravillosas y los punteos de guitarra más inspiradores, también el transcurrir del agua y la voz más dulce y melodiosa. He visto la sonrisa de un bebé y una rosa roja rodeada de plantas moribundas, que resiste a todo. He sentido armonía absoluta sin alguna razón aparente y en algún momento he llegado a pensar que el mundo vale la pena. He sentido el rozar de unos labios con los míos y lo suave de una piel femenina. He saboreado la tristeza con una pizca de alegría, y me gustó. He sentido el sonreír. He esperado atento a que un mar de estrellas amarillentas se abalance sobre mí. He olido nostálgicos perfumes con los que evoco mi infancia, mi absurda y bella infancia. He conseguido fuerzas para levantarme una y otra vez, y he rozado la felicidad...creo...


Es imposible no odiarme si formo parte de vosotros, todos los seres humanos, mezquinos, egoístas, y maravillosos...



Una vez aclarado esto procedo a desnudarme...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh!

Me ha encantado...

berenguela dijo...

me ha gustado muchísimo, conoces ya los ingredientes de la felicidad ahora sólo escucha su música!

(¯`·._.·[ℓα∂у#σвѕ¢υяу]·._.·´¯) dijo...

Leer este articulo con la valse d'Amelie version orchestre es precioso ^^
El artículoen sí ya es precioso pero...
AAGG CABRONAZOOO XQE TE QEDAS AHIII??>,>
=D
teQiiiiieroooo ^^

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