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25 de noviembre de 2010

Sal, limón, y tequila

Ésta es una entrada que escribí hace unas semanas y no publiqué porque no me convencía, pero ahora no recuerdo de qué iba, así que no puede no gustarme, ojos que no ven...

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Sal es mi cicatrizante favorito, no cura pero es realmente inspirador. Suelo ver frente a mí al niño que solía ser. Me mira con esos ojos brillantes y soñadores, no me dice nada pero sé que está preguntándose qué habré hecho mal para convertirme en quien soy. Para él seguramente sea un universo alternativo en el que algo le hace cambiar y convertirse en una persona desesperanzada, así que mira con burla a este pobre ente casi difunto, que no hizo más que intentar profundizar en toda esta nube negra de tornillos y cabezas cortadas. Me propongo satisfacer a este niño en un futuro y, como no, cierro los ojos para volver a dormir.

Tequila, sería de necios decir que disipa las dudas y restablece la integridad de nuestra conciencia, pero hace que nuestro organismo se concentre más en defenderse de su agresión química que en pensar. Esta noche soñé que estaba en una multitudinaria reunión, y aparte de destruir un par de monstruos gigantescos que había en el sótano y convertirme parcialmente en fantasma, estaban casi todos mis amigos, y no hablé a casi ninguno. Empiezo a preocuparme, taquicardias, disneas al acostarme, y apatía. Me quejo demasiado a mí mismo y nada al resto del mundo, pero todo lo empezó aquel maldito niño con su estúpida imaginación. Es curioso como la vida nos pone el caramelo en la boca unos segundos y luego nos lo quita, nos lo ha dejado el suficiente tiempo para que sepamos a qué sabe y aprendamos de ello, pero nosotros solo queremos moverlo de un lado a otro con la punta de la lengua, babearlo y desgastarlo hasta consumirlo, en lugar de buscar otros sabores.

Limón, me di cuenta en cuanto empecé a asignar más de una palabra a conceptos que no requieren ni media, de que seguramente no ibas a entender esta entrada, pero no soy una persona que borre una sola palabra de lo que escribe (y piensa). Hoy pienso marañas de hilo, por lo que se ve. Eso me viene bien en parte, menos preguntas. Del limón diré que no es demasiado apetecible comerlo, y cuando le das un bocado ves que se sigue resistiendo a ser dulce (como, por otra parte, tantísimos otros frutos), pero nunca va a cambiar. Él es así, igual sólo quiere ofrecerte una alternativa, hacerte comprender otra parte de la vida. Y pensar que solo un gesto podría hacerme sentir mejor…


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