El campesino miró al cielo y luego al campo mientras las gotas de sudor resbalaban por su frente y mermaban su ánimo ya por los suelos de tanto esperar.
No llegaba nunca llegaba la maldita bendición, todos los años la misma espera, la misma desazón por culpa de no haber aprovechado lo que tuvo en invierno y de no haber ahorrado, (ni tampoco malgastado).
Sus cosechas se secaban aunque aún poseían algo de vida y parecian sanas y saludables.
Era un excesivo ahorrador y en vez de vender lo que tenía para dar de comer a su familia, en vez de disfrutar del caluroso, horrible e interesante verano, se dedicaba a esperar algo que nunca llegaría para calmar su sed, no solo la de su granja.

Un día despertó porque escuchó un ruido familiar que había estado esperando durante meses, un chisporroteo contínuo.
Miró por la ventana y vió como una enorme tormenta estaba callendo sobre su cosecha.
El campesino comenzó a dar saltos de alegría y a llorar de la emoción, su cosecha sería ahora más próspera y podría conseguir más dinero y más calidad de vida.

Continuó lloviendo durante una semana y, el campo junto con la cosecha quedarón abnegados perdiendo el campesino todo lo que tenía, incluso las personas que siempre estaban a su lado (su mujer y sus hijos)que lo dejaron porque necesitaban a alguien que se preocupase de ellos.

El campesino, estuvo maldiciendo los días de lluvia deseando que se marcharán y deseando que volviera todo lo que antes poseía.
Pero todo fluye, nada permance y lo que la lluvia se llevó, nunca más volvió.

¿Moraleja? Todas las que uno desee, que cada cual interprete la correcta

By: EJ