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9 de octubre de 2010

Cosas que hacer un domingo


H
oy he recordado una noche de principios de agosto en que estaba tirado en la arena de la playa, echándole un vistazo a las estrellas mientras le daba vueltas a los asuntos de siempre, esos que, por más que los piense, solo pueden resolverse con un par de palabras rápidas y eficaces. En ese momento algo en mí se despertó y empecé a prestarle más atención al firmamento. Nada es lo que parece, y todo lleva máscaras, incluso las estrellas, una capa de las estrellas más cercana cubría a otra casi invisible que se situaba por detrás, y mientras más abstraía la mirada veía más y más estrellas, infinitas constelaciones que se abalanzaban sobre mi diminuto cuerpo. Tengo bastante asimilado lo de que no somos nada en todo el universo (ni si quiera lo somos en una absurda sociedad de un puñado de personas), así que no es eso lo que me perturbó. Un pensamiento me atravesó la sien al tiempo que una estrella fugaz recorría el azul marino del infinito, ese pensamiento duró unos segundos (igual que la mente acaba borrando la mayoría de las pesadillas para protegernos), pero recuerdo que no era más que la lucidez. Empecé a temblar de frío y me fui asustado de allí, con cada uno de los músculos de mi cara dibujando una expresión horrorizada. Volví corriendo a casa para dormir cuanto antes y olvidar. Por el camino encontré maniquís con una sonrisa torcida dibujada que se asomaban en los contenedores, gatos negros que me seguían durante un par de calles, mi corazón se me salía de la boca para señalarme con actitud recriminatoria y culparme de todos sus males, y las aceras se hacían infinitas y resbaladizas. Desde entonces he perdido un poco de pasión, o eso creo.

También recordé hace unas horas hoy que el pasado domingo quise escribir algo cuyo título fuese ''Cosas que hacer un domingo'' y que no hablase de nada en particular, pero lo dejé pasar. Mientras escribo esto estoy recordando que es sábado, y no domingo, pero me gusta el título, así que lo dejaré así. Últimamente pienso que he perdido completamente la capacidad de estar con alguien, al mismo tiempo que he ido aborreciendo la mentira y el ''mirar para otro lado''. No sé si tendría fuerzas de ser un hipócrita durante el tiempo que dura el cortejo y mantenerme durante un tiempo después. Sería sincero y no regalaría los oídos de nadie que no me preguntase, eso no es lo que funciona, además difícilmente recobraría la ilusión en ese aspecto, es todo tan monótono... el último pensamiento que se me vino a la cabeza me ilustraba a mí en el futuro con un elegante traje y una sarcástica sonrisa en la boda del último de mis amigos que quedaba soltero, yo no tengo acompañante. Le abrazo y sonrío. Es todo muy raro... y hoy ni siquiera es domingo.



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1 comentario:

Anónimo dijo...

...ni comentarte puedo. Es como tú dices:

"...Es todo muy raro...y hoy ni siquiera es domingo."

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